-750 gr de cerezas
-4 cucharadas de azúcar moreno
-2 de mantequilla
-Unas gotas de zumo de limón
-Helado cremoso al gusto
Es importante que las cerezas se limpien muy bien bajo el chorro de agua fría y se escurran.
Cuidadosamente se les quita el rabo y se colocan en un bol. A continuación, con ayuda de un cuchillo pequeño bien afilado,
se les hace un corte alrededor del hueso, de forma que, al girarlas ligeramente con las manos, se separen en dos (quedará
una media cereza sin hueso y otra media con el hueso entero), se deshuesan y se colocan en un bol
Se pone el azúcar en una sartén amplia y antiadherente y, a fuego suave, se hace un caramelo, hasta que coja un tono dorado,
sin llegar a quemarse.
En ese momento, se añade la mantequilla, se sube el fuego y se introduce la fruta, salteándola y meneándola hasta que se vuelva
melosa y se recubra de una fina película brillante (son necesarios 20 segundos, no más, a fuego muy elevado, porque no tiene
que adoptar apariencia de compota o deshacerse). Esta operación se realiza moviendo la sartén, sin introducir una cuchara
o un tenedor, para no magullar la fruta.
Antes de retirar de la sartén, se añaden las gotas de zumo y se reparten las cerezas en varios platos o boles amplios,
y sobre ellas se coloca una bola hermosa de helado, que se derretirá y hará las veces de salsa.
Se puede, justo antes de retirar las cerezas del fuego, espolvorearlas con una tiras muy finas de menta fresca, para que
se aromaticen ligeramente.
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