300 gr de chocolate oscuro de buena calidad.
- 200 gr de chocolate con leche.
- 200 gr de nata líquida.
- Cacao amargo en polvo para rebozar las trufas.
- Una pizca de sal.
Con ayuda de un cuchillo y sobre una tabla de cortar, se trocean muy finamente los dos tipos de chocolate, el oscuro y el
con leche.
A continuación se pone a hervir la nata con una pizca de sal en un cazo y en cuanto surge el hervor, se retira del fuego.
Rápidamente, en el mismo cazo, se sumergen los dos chocolates troceados y se deja reposar unos minutos, para que se derritan.
Entonces se introduce una espátula de goma o una varilla batidora y se menea el contenido hasta conseguir una masa de chocolate
lisa y homogénea. Hay que tener en cuenta que no se debe agitar mucho la mezcla, para que no quede demasiado llena de burbujas
de aire, sino que se mezcla con mucha suavidad.
Se puede dejar enfriar dentro del mismo cazo e introducir la mezcla en la nevera unas horas, o, mejor, verter los chocolates
deshechos, aún tibios, en un bol o una bandeja y dejar que se endurezcan también al fresco, en la nevera, bien cubierta.
Una vez bien fría la mezcla de trufa, con ayuda de una cuchara pequeña de café, se van pellizcando pequeñas porciones
del tamaño de una avellana, se moldean y se rebozan con el cacao en polvo, que estará en un plato. Se dejan reposar antes
de comer.
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