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2 docenas de vainillas
3 yemas
100g y cantidad extra de azúcar
100 cc (o más, a gusto) de vino oporto
600 g de queso Mascarpone
1 cucharadita de esencia de vainilla
1/2 taza de infusión de café, bien fuerte
1/2 vaso de coñac, ron o Tía María
3 claras a nieve
Chocolate en rama, triturado, para espolvorear
Serrúcheles los extremos a las vainillas para poder armar el postre en forma prolija. Reserve.
Bata las yemas hasta que espesen y tomen color clarito.
Agregúeles de a poco los 100 gramos de azúcar, mientras continúa batiendo hasta incorporarlo todo y lograr una crema espumosa.
Vuelque el batido en un bol grande y mézclele el vino Oporto y el queso Mascarpone. Bata hasta unir bien todo.
Tape la crema con otra capa de vainillas borrachitas, colocándolas en sentido inverso a la anterior.
Cubra estas vainillas con otro tercio de la crema.
Pruebe y, si le parece, agregue más vino Oporto... ¡o más azúcar! Perfume con la esencia. Reserve.
En una fuentecita honda mezcle el café con el coñac (ron o Tía María). Reserve.
Mezcle las claras batidas a nieve a la mezcla de Mascarpone.
Elija una fuente "presentable", que sea profunda y rectangular.
Dele una zambullida rápida a cada vainilla (de a una por vez) en el "café al coñac" y, a medida que lo haga,
tapice con ellas el fondo de la fuente, colocándolas unas muy juntitas de las otras.
Cubra este zócalo de vainillas con la tercera parte de la crema de Mascarpone.
Repita la operacion siempre colocando el resto de las vainillas borrachitas en sentido contrario al anterior.
Termine el postre cubriendo las vainillas en forma prolija con el resto de la crema.
Tape la fuente con papel film y estaciónela en la heladera hasta el día siguiente.
En el momento de servir el postre, deseche el papel film, cubra la superficie con el chocolate en rama desmenuzado.
Sírvalo cortado en cuadrados.
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